El Salvador está consolidando su posición como uno de los destinos más dinámicos y estables para la inversión privada en Centroamérica y en este 2025, el camino se consolidó aún más.
En un contexto global de incertidumbre, el país ha logrado combinar estabilidad jurídica, maniobras sin precedentes en la política económica del gobierno del presidente Nayib Bukele y una visión gubernamental orientada a resultados, factores que han activado el flujo de inversión extranjera directa (IED) y estimulan el crecimiento de sectores estratégicos.

Durante el año, la apuesta de grandes corporaciones internacionales y nacionales confirma el fortalecimiento del clima de negocios. Entre estas, Walmart de México y Centroamérica anunció una inversión de US$ 264 millones para nuevas aperturas y remodelaciones, generando más de 4 700 empleos y beneficiando a 135 pymes locales. Este tipo de expansiones no solo dinamiza el consumo interno, sino que refuerza el ecosistema empresarial salvadoreño.
En el sector tecnológico y de telecomunicaciones, Tigo de El Salvador ha puesto en marcha la inversión de US$ 205 millones para ampliar su red de banda ancha y fortalecer la inclusión digital, una apuesta clave para el desarrollo de infraestructura tecnológica y competitividad nacional.
A estas inversiones se suma BAC El Salvador, que ha iniciado la construcción de su nuevo campus corporativo con una inversión de US$ 48.6 millones, en una infraestructura de más de 24.500 metros cuadrados. El proyecto generará alrededor de 400 empleos directos y 300 indirectos, posicionando al sector financiero como uno de los pilares de la transformación económica.
Estas iniciativas reflejan una tendencia sostenida de confianza y reinversión, evidenciando que El Salvador ha pasado de ser un mercado emergente a convertirse en una plataforma de crecimiento regional.
La atracción de capital, el fortalecimiento del sistema financiero y el impulso a la innovación implementados por el gobierno central, liderado por el presidente Nayib Bukele, están marcando un rumbo similar para el 2026, año en el que se prevé una mayor diversificación productiva y un aumento del flujo de IED en sectores como infraestructura, energía renovable, tecnología y turismo.
En análisis del fondo de inversión SAHM Capital destaca que El Salvador aparece hoy como “un destino de inversión emergente de primer orden”, gracias a la notable mejora en seguridad ciudadana, modernización regulatoria, digitalización de trámites y creación de zonas francas, cambios que estarían comenzando a mover la percepción de riesgo y abrir espacios para nuevos proyectos.
Con una visión clara hacia el futuro, El Salvador avanza con paso firme hacia la consolidación de una economía moderna, inclusiva y orientada a la innovación, donde la colaboración entre el gobierno y el sector privado se proyecta como motor del desarrollo sostenible y de la competitividad regional.