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Seguridad alimentaria: vía estratégica para dinamizar la agroindustria y el sistema agrícola en El Salvador

El Salvador enfrenta desafíos estructurales en su sistema agrícola, agravados por el cambio climático, la dependencia de importaciones y una baja inversión en innovación rural. Frente a este panorama, fortalecer la seguridad alimentaria se convierte no solo en una prioridad social, sino también en una oportunidad estratégica para potenciar la agroindustria, modernizar el agro salvadoreño y generar un impacto directo en el bienestar de la población.

Seguridad alimentaria como motor de desarrollo

La seguridad alimentaria va más allá de garantizar el acceso a alimentos; implica asegurar la disponibilidad, estabilidad, acceso físico y económico, así como el aprovechamiento nutricional de los mismos. En El Salvador, donde más del 40 % de los hogares rurales enfrenta inseguridad alimentaria moderada o severa, según datos del Programa Mundial de Alimentos (PMA), atender este tema con políticas públicas sostenidas y visión de largo plazo podría tener un efecto multiplicador.

Una estrategia integral de seguridad alimentaria impulsaría la producción local de alimentos básicos y de valor agregado, reduciendo la dependencia de las importaciones, estabilizando precios y mejorando los ingresos de las familias productoras. Esto representa una oportunidad directa para fortalecer la soberanía alimentaria del país.

La agroindustria salvadoreña, que abarca desde la producción primaria hasta el procesamiento y distribución de alimentos, representa uno de los sectores con mayor potencial de crecimiento si se consolida una base productiva sólida en el agro. Apostar por seguridad alimentaria implica incentivar la diversificación de cultivos, fomentar prácticas agrícolas sostenibles y aumentar el acceso a tecnología, insumos y financiamiento para pequeños y medianos productores.

Con ello, se facilitaría el desarrollo de encadenamientos productivos que permitan a la industria local abastecerse de insumos nacionales, lo cual generaría empleo rural, aumentaría la productividad y abriría oportunidades de exportación con valor agregado.

Modernización del sistema agrícola

Una política centrada en seguridad alimentaria también serviría de catalizador para modernizar el sistema agrícola. Hoy, gran parte del sector agrícola en El Salvador opera con bajos niveles de tecnificación y enfrenta pérdidas postcosecha elevadas. Invertir en sistemas de riego, almacenamiento, capacitación técnica y agricultura climáticamente inteligente permitiría mejorar la eficiencia del sector, su resiliencia y su capacidad de respuesta ante eventos extremos como sequías o inundaciones.

Además, integrar a las mujeres y jóvenes en estos procesos, con acceso a tierra y crédito, potenciaría el relevo generacional y fomentaría una nueva cultura productiva orientada al mercado y a la nutrición.

Por otra parte, el fortalecimiento de la seguridad alimentaria tiene efectos directos sobre la calidad de vida de la población. Un sistema alimentario robusto y equitativo reduce la malnutrición, promueve la salud pública y disminuye la presión migratoria. Además, un sector agroalimentario dinámico puede absorber mano de obra, generar empleos dignos en el campo y en la industria, y contribuir a la cohesión social.

En un país donde el crecimiento económico ha sido históricamente desigual, invertir en seguridad alimentaria es también una apuesta por el desarrollo inclusivo.

Un enfoque estratégico multisectorial

Lograr avances sostenibles en seguridad alimentaria requiere articular esfuerzos entre el gobierno, sector privado, cooperativas, academia y organismos internacionales. La implementación de políticas de compras públicas a productores locales, incentivos fiscales para la producción agroindustrial y programas de educación nutricional pueden ser parte de un ecosistema de soluciones integradas.

El Salvador tiene la oportunidad de transformar su reto alimentario en una palanca de desarrollo económico y social. Fortalecer la seguridad alimentaria no solo es una necesidad urgente, sino una estrategia inteligente para dinamizar el agro, fortalecer la industria, mejorar la salud de la población y construir un país más resiliente y autosuficiente.

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