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Sudamérica brilla en la nueva era dorada del fútbol mundial

El 26 de octubre de 2018, la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) anunció que la Copa América y la Eurocopa, que solían llevarse a cabo con un año de diferencia, pasarían a competirse en simultáneo a partir del verano de 2020. La estrategia se llevó a cabo un año después por cuenta de la pandemia de Covid-19 y en medio de la incertidumbre sobre la sede del torneo sudamericano, que le fue retirada a Colombia y Argentina por los problemas de orden público derivados del paro nacional y los coletazos de la emergencia sanitaria, respectivamente.

Sin duda, era un inicio accidentado para una estrategia que buscaba lograr que ambos certámenes ganaran tanto en competencia como en atractivo. De ahí la importancia de que la segunda edición resultante de este nuevo esquema facilite la planificación del año y un aprovechamiento más racional de los recursos para el que se considera el torneo de selecciones más antiguo del mundo y “la madre de las copas”.

“Alinear el calendario de competiciones es una medida que beneficia a las confederaciones, a las federaciones de cada país, a los clubes, y por supuesto, a los jugadores; ya que permite que los equipos cuenten con su máximo potencial deportivo en todos los torneos, ya sean de clubes o de selecciones”, aseguró el presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), Alejandro Domínguez, en diálogo exclusivo con Forbes Colombia desde sus oficinas en Luque, ciudad ubicada al suroccidente de Paraguay.

Todos los detalles previamente expuestos se consideran vitales en lo que podría catalogarse como una nueva era dorada del fútbol, pues, según el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, este verano marcará “el primer año top del fútbol mundial”. Y es que la Copa América y la Eurocopa vendrán seguidas del nuevo Mundial de Clubes, que tendrá lugar el año entrante y se jugará con 32 equipos de todo el mundo por primera vez, y la Copa Mundial de México, Estados Unidos y Canadá en 2026, que también contará con un formato inédito al albergar 48 selecciones y contar con tres sedes diferentes.

“Las Eliminatorias nos han aportado rodaje y hacen que cada vez nuestra idea de juego se compacte mejor. Sin embargo, el objetivo de la Copa América es ganar”

Ramón Jesurún, presidente de la FCF
Ante dicho escenario, Domínguez tiene claro que la organización de la Copa América 2024 será un desafío al mercado global de entretenimiento, pues el esquema actual “mejora la competencia por las audiencias y aumenta el potencial del fútbol como producto cada vez más atractivo para los patrocinadores y plataformas”. Con esto en mente, cabe destacar el acuerdo que la Conmebol realizó en 2022 con Paramount y Disney (dueño de ESPN y Star+), así como la cadena brasilera Globo, para otorgarles los derechos de la Copa Libertadores en América Latina y Brasil.

Estos espacios de transmisión también son una oportunidad de asegurar “la máxima audiencia del publico latinoamericano” para sus patrocinadores. De ahí que la Conmebol coordinara los horarios de sus competencias para mantener la franja prime time en toda la región. Con respecto a los sponsors, destacó aquellos que vienen acompañando el torneo desde otras ediciones, como MasterCard y Ab InBev, así como otros nuevos como Coca Cola, Mercado Libre y TCL Electronics.

Este escenario dista mucho del que se registraba en enero de 2016, momento en que Domínguez asumió la presidencia de la Conmebol. Para entonces, la Confederación no tenía los derechos comerciales de la Copa Libertadores y no había una planificación para elevar el nivel de esa competencia, ni de ninguna otra. A partir de ese momento, su labor se enfocó en “recuperar las marcas y darles valor, desarrollar el producto y elevarlo hasta los más altos estándares de excelencia”.

A juicio del directivo, que entra a su octavo año al frente de la Conmebol, el resultado de ese trabajo se evidencia en el retorno a los clubes, que hoy en día adquieren pagos por participación sin precedentes en la historia del fútbol sudamericano. Y es que los 47 equipos presentes en la Copa Libertadores recibieron alrededor de US$200.000 el año pasado solo por hacer parte de la primera ronda. En cuanto al Fluminense, último campeón del certamen, obtuvo US$18 millones por alzar el trofeo continental.

Para potenciar las alianzas con sus patrocinadores, el plan del ciclo 2023-2026 consiste en consolidar y robustecer la plataforma de patrocinio 360°, creada en alianza con su agencia FC Diez Media, encargada de la explotación de derechos comerciales. Lo cierto es que la iniciativa ya se ha convertido en un best practice internacional, según Domínguez, pues les permite trabajar con sus patrocinadores de forma directa, entregando en promedio 137 activos en cada uno de los 155 partidos de la temporada.

En esa misma línea, Domínguez dio la tradicional campanada del cierre de operaciones en la Bolsa de Nueva York en diciembre pasado, en medio de un acuerdo con AB InBev por el patrocinio global de la marca Michelob Ultra para la Copa América 2024, en la que destacan también Puma, Powerade y los ya mencionados Coca Cola y TCL Electronics como nuevos sponsors de la competencia. Para el ejecutivo, este acto “debe entenderse como una muestra de confianza en la Conmebol y una prueba de la recuperación de su prestigio y buena reputación ante el mundo”. 

Esto, luego de que la Conmebol atravesara por una de las situaciones más difíciles de su historia por cuenta del ‘FIFA Gate’, escándalo por el que la justicia americana la calificó como ‘organización criminal’. En 2016, la Fiscalía de Nueva York procesó por corrupción a varios dirigentes del fútbol sudamericano, entre ellos el entonces presidente de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), Luis Bedoya, por delitos apuntaban al tráfico de votos para la elección de sedes mundialistas y sobornos de hasta US$200 millones a empresas de marketing y TV para asegurar derechos de transmisión.

Ahora, con un panorama diametralmente opuesto, Domínguez está convencido de que esta Copa América marcará un hito no solo por su calidad deportiva y la participación de las 10 selecciones sudamericanas, sino al hecho de que se suman seis naciones de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf), para un total de 16 países en la competencia por primera vez.

En el caso de Colombia, el presidente de la FCF, Ramón Jesurún, comentó a Forbes que la preparación de la Copa América arrancó desde el año pasado con la programación de partidos amistosos que “estimulan el desempeño del grupo y lo hacen más fuerte”. Entre ellos se cuentan los encuentros de diciembre en 2023 contra México y Venezuela, los que se tienen previstos para marzo en Europa con España y Rumania, así como los que se concreten en junio previo al inicio del torneo. 

No obstante, esta no es la única competencia para la que la FCF se está preparando este año. Y es que los Juegos Olímpicos de París, que tendrán lugar del 26 de julio al 11 de agosto, ya cuentan con la participación de la Selección Femenina, que se clasificó desde 2022 al alcanzar el segundo puesto en la Copa América que se jugó en Colombia. Al mismo tiempo, Jesurún se refirió a la actuación del Mundial de Australia y Nueva Zelanda el año pasado, que “nos dejó la sensación de haber podido avanzar más, pero sirve como muestra del nivel al que debemos aspirar para conseguir medallas”. 

En cuanto al grupo masculino, el directivo comentó que el país tiene como objetivo ganar la clasificación en el Preolímpico, que se está jugando por primera vez en Venezuela. “La Selección ha realizado una preparación exigente para alcanzarlo y tener un excelente campeonato para ver a nuestras dos selecciones clasificadas a los Juegos Olímpicos; esa es la meta”, detalló.

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