Comercio & Negocios

El mercado subterráneo del arte: un negocio multimillonario en las sombras

El arte, más allá de su valor estético y cultural, se ha convertido en un terreno fértil para la actividad económica oculta. Desde la antigua Roma, donde se fabricaban esculturas con la intención de que fueran percibidas como griegas, hasta los sofisticados falsificadores contemporáneos, el deseo de lucrar a costa del engaño ha sido constante. Hoy, se estima que más de 6,000 millones de dólares circulan anualmente en la economía subterránea del arte, reflejando un fenómeno que, aunque particular, se conecta con la informalidad y la ilegalidad que también afectan a otros sectores globales.

El concepto de economía subterránea no siempre implica ilegalidad. Según Edgar Feige, experto en economía informal, estas actividades se clasifican en cuatro tipos: economía ilegal (delitos criminales), economía no reportada (actividades legales no declaradas), economía no registrada (actividades fuera del registro estadístico) y economía informal (actividades fuera del marco regulatorio formal). En un mundo tan opaco como el del arte, la compraventa de obras puede entrar en cualquiera de estas categorías, desde obras robadas y falsificadas hasta piezas utilizadas por redes criminales como medio de pago.

Además, la manera en que las diferentes legislaciones interpretan la adquisición de arte ilícito varía. Mientras que el derecho anglosajón favorece al dueño original, el derecho civil puede otorgar derechos a compradores de buena fe. La facilidad de transporte de las obras, la subjetividad de su valor y la opacidad del mercado convierten al arte en un vehículo potencial de lavado de dinero, según Harvard Art Law Organization y Harvard International Law Journal. Casos mediáticos, como el regalo de un Picasso a Michel Platini en medio de polémicas por la Copa del Mundo 2018, ejemplifican cómo las obras pueden ocultar sobornos o regalos no declarados, dejando grandes áreas grises en términos éticos y legales.

Las causas del mercado subterráneo son múltiples: la concentración de ingresos a nivel mundial, la creciente demanda de arte, los saqueos de museos y sitios arqueológicos, y los conflictos armados que incrementan la oferta de piezas ilícitas. Desde los robos nazis en el siglo XX hasta los saqueos en Siria e Irak, las crisis sociales han alimentado consistentemente este comercio clandestino. Asimismo, los avances tecnológicos recientes han facilitado la exploración y el saqueo ilegal de sitios arqueológicos, ampliando el alcance de estas prácticas.

En este contexto, la economía subterránea del arte no solo refleja un desafío para la legalidad y la ética, sino también un espejo de cómo la historia, la cultura y la avaricia humana se entrelazan en un mercado donde las sombras parecen mover millones.

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