El flujo de dinero enviado por inmigrantes centroamericanos radicados en Estados Unidos a sus familias en sus países de origen ha alcanzado niveles históricos, representando hasta un cuarto del Producto Interno Bruto (PIB) combinado de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Según datos recopilados por la Agence France-Presse (AFP) a partir de información oficial de bancos centrales y del Consejo Monetario Centroamericano, en 2023 estos cuatro países recibieron un total aproximado de 42.000 millones de dólares en remesas familiares, una cifra que supera incluso los montos captados en inversión extranjera, turismo o exportaciones.
Las remesas se han convertido en un factor crucial para impulsar el comercio y el consumo en naciones con altos índices de pobreza, según los expertos. Estos fondos no solo satisfacen las necesidades básicas de las familias receptoras, sino que también pueden utilizarse para mejorar la calidad de vida y fomentar el desarrollo económico.
El fenómeno migratorio hacia Estados Unidos y otros destinos ha sido un factor determinante en el aumento de las remesas. Aunque la cifra exacta de centroamericanos en el extranjero, especialmente en Estados Unidos, es difícil de determinar debido a la migración irregular, se estima que alrededor de 10 millones de personas de la región residen en el extranjero, lo que representa aproximadamente una cuarta parte de su población.
El impacto de estas remesas es especialmente significativo en países como Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, donde representan entre el 20% y el 27% del PIB nacional. En contraste, en naciones con menos emigración, como Panamá y Costa Rica, las remesas constituyen una porción mucho más pequeña de su economía.
Aunque la mayoría de las remesas se destinan al apoyo familiar y al consumo básico, los organismos multilaterales y algunos líderes políticos han promovido su uso para fines productivos y de desarrollo. Se alienta a las familias receptoras a invertir en pequeños negocios y emprendimientos para impulsar el crecimiento económico y romper el ciclo de pobreza que motiva la migración.
Este enfoque hacia el uso productivo de las remesas ha sido respaldado por líderes como el nuevo presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo, quien ha destacado el potencial de estos fondos para contribuir al desarrollo sostenible de la región.
En última instancia, las remesas no solo representan un importante sustento para las familias centroamericanas, sino también una oportunidad para fortalecer las economías locales y crear un futuro más próspero para las generaciones venideras.