Comercio & Negocios

Remesas familiares sostienen la economía salvadoreña, pero aportan poco a la inversión productiva

El flujo de remesas sigue siendo el principal soporte externo de la economía salvadoreña, aunque su efecto en la generación de inversión productiva se mantiene limitado. Entre enero y septiembre de 2025, El Salvador recibió un total de $7,354.3 millones en remesas familiares, de los cuales apenas $81.6 millones, equivalentes al 1.1 %, se destinaron a actividades productivas, de acuerdo con cifras del Banco Central de Reserva (BCR).

El crecimiento del envío de remesas se mantiene sostenido. Solo en los primeros nueve meses del año, los envíos desde Estados Unidos aumentaron casi 20 % con respecto al mismo período del año anterior. Este país sigue siendo la principal fuente de divisas, representando el 92.5 % del total recibido, impulsado por una comunidad salvadoreña que el Fondo Monetario Internacional estima en 1.5 millones de personas nacidas en El Salvador y 2.7 millones de origen salvadoreño.

A pesar de este flujo significativo de capital externo, su impacto en la economía productiva es todavía limitado. La mayoría de los recursos se destina al consumo familiar, como alimentación, vivienda y transporte, lo que refuerza la estabilidad del gasto interno, pero no necesariamente genera nuevas fuentes de empleo ni impulsa la inversión empresarial.

Especialistas advierten que aprovechar el potencial de las remesas para dinamizar la economía requiere incentivos que promuevan su canalización hacia proyectos productivos, créditos para emprendimientos y ahorro estructurado. “Si logramos reconvertir una fracción mayor de estos fondos hacia inversión, podríamos ver un efecto multiplicador en la economía que vaya más allá del consumo inmediato”, señala un economista local.

Mientras tanto, las remesas continúan siendo un colchón económico para miles de familias, manteniendo la estabilidad financiera del país ante escenarios de volatilidad económica y fortaleciendo el consumo interno, aunque el desafío de traducir este capital en desarrollo productivo sigue pendiente.

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