Para comprar Twitter, Elon Musk puso sobre la mesa una parte de su patrimonio personal, completado por fondos de inversiones y otras grandes fortunas, así como préstamos bancarios.
En un principio, el fundador de Tesla quería desembolsar unos US$15.000 millones de fondos propios para la compra. Una parte importante de la oferta, alrededor de US$12.500 millones, debía provenir de préstamos respaldados por sus acciones de Tesla, lo que le evitaba tener que venderlas.
Pero decidió finalmente poner más dinero en efectivo y renunciar a este préstamo. En dos tandas, en abril y agosto, el multimillonario de 51 años vendió unos US$15.500 millones de acciones de la empresa de autos eléctricos.
El hombre nacido en Pretoria, Sudáfrica, cuya fortuna está valorada en unos US$220.000 millones, desembolsará entonces directamente más de US$27.000 millones. A principios de año ya había adquirido el 9,6% de Twitter.
A estos recursos se suman unos US$5.200 millones aportados por fondos de inversión y grandes fortunas, en particular de Larry Ellison, cofundador de Oracle, quien firmó un cheque por 1.000 millones, o Qatar Holding, controlado por el fondo soberano del Catar, Qatar Investment Authtority.
El monto restante, de alrededor de US$13.000 millones, es aportado por préstamos bancarios concedidos por Morgan Stanley, Bank of America, Mitsubishi UFJ Financial Group, Mizuho, Barclays, Société Générale y BNP Paribas.
Según documentos entregados a la autoridad estadounidenses de regulación de los mercados (SEC), Morgan Stanley presta alrededor de US$3.500 millones.
Estos préstamos son respaldados por Twitter y es el grupo, y no Musk, quien se hará cargo de la carga financiera y el reembolso.
Hasta ahora la sociedad californiana prácticamente no logra generar beneficios y presentó pérdidas operacionales (resultado directamente relacionado con la actividad) en los seis primeros meses de 2022.