Todos los días interactuamos con la inteligencia artificial (IA) y muchas veces ni nos percatamos de ello. Hoy, las personas sin conocimientos formales de IA pueden acceder a potentes herramientas de esta tecnología, con solo mirar los mapas para ver el tránsito en las calles, la predicción del clima para ver qué tan abrigados debemos salir o los algoritmos de las plataformas de streaming que nos indican qué
serie podemos ver cuando lleguemos a casa.
A pesar de estos enormes avances, esta gran democratización también tiene desafíos. Por eso, hoy consideramos que la base de la innovación en la era de la IA debe ser, sin duda, el desarrollo responsable de esta tecnología.
Según un estudio global de PwC, la IA podría contribuir con 15,7 billones de dólares adicionales a la economía mundial para 2030 y, aunque esto ha creado una gran oportunidad para la innovación, también requiere estar alertas por posibles consecuencias a raíz del mal uso, tales como problemas de
seguridad, de sesgo y desinformación. Por todas estas razones, las prácticas responsables de IA son
más importantes que nunca.
Desarrollo responsable
Quienes somos parte del desarrollo de esta tecnología debemos garantizar el uso de procesos de
revisión rigurosos y multidisciplinarios a lo largo del ciclo de vida de la IA. En nuestro caso, estamos
abordando la IA responsable a través de una estrategia integral centrada en las personas, los procesos,
los sistemas, los datos y los algoritmos, con el objetivo de reducir los riesgos y optimizar los beneficios
para nuestra sociedad.
Aunque no hay una lista de tareas para el uso responsable, es importante tener principios claros y
desarrollar una estrategia de IA responsable (RAI), para que efectivamente la tecnología esté en todas
partes, pero sin dejar atrás la ética.
En este marco, resulta sustancial la revisión de la tecnología desde todas las caras del dado. La visión
multidisciplinaria es fundamental para que la tecnología tenga en cuenta aspectos que van desde el
respeto a los derechos humanos, la supervisión humana, la transparencia, la seguridad, la privacidad, y
la promoción de inclusión y equidad, hasta la protección del medio ambiente.
Llevar la IA a todas partes de manera responsable es clave para el avance colectivo de las empresas y la sociedad, una premisa que empieza en el desarrollo y continúa con el uso que le damos a esta tecnología.
Tecnología al alcance de todos
Debemos seguir trabajando para que la tecnología esté al alcance de todas las personas, independientemente de su edad, ubicación, etnia, género u origen. Un claro ejemplo que puedo recordar es el de tres jóvenes estudiantes costarricenses, que el año pasado ganaron, a nivel global, en una de las categorías del Intel AI Global Impact Festival por un proyecto con inteligencia artificial que propone una herramienta que facilita contener el primer conjunto de datos global de abejas nativas del país o el de una docente jubilada de 62 años que vive en Argentina y fue premiada, en el mismo festival, por un proyecto de inteligencia artificial para la industria textil.
También desarrollamos proyectos como 1000 Mujeres en IA, que busca empoderar a las mujeres en el
uso de esta tecnología, esta es una capacitación gratuita y que nos emociona por el enorme interés de
participar que despertó a nivel regional.
Por todas estas razones, las prácticas responsables de IA son más importantes que nunca. La
responsabilidad debe ser la base de la innovación a lo largo de su ciclo de vida para garantizar que esta
tecnología se construya, implemente y utilice de una manera segura, sostenible y ética.