El Vaticano, que históricamente ha sido un centro de fe y autoridad, enfrenta una serie de retos económicos que su nuevo pontífice, el Papa León XIV, deberá abordar con urgencia. Tras el nombramiento del estadounidense Robert Francis Prevost como Papa, la economía de la Santa Sede se convierte en una prioridad en su agenda. Entre los desafíos más apremiantes destacan el déficit presupuestario de 83,5 millones de euros y la necesidad de reformar el sistema de pensiones, que enfrenta un desequilibrio cada vez mayor.
Según el informe económico de la Secretaría para la Economía del Vaticano, el déficit de 2023 aumentó en comparación con el año anterior, a pesar de una gestión más eficiente que generó ingresos de 1.152 millones de euros. Los gastos, sin embargo, alcanzaron los 1.235,6 millones de euros, lo que dejó al Vaticano en números rojos, sumando la presión de la inflación global.

En una carta inédita dirigida al Colegio de Cardenales el pasado noviembre, el Papa Francisco alertó sobre la creciente crisis del Plan de Pensiones del Vaticano, cuyo déficit se ha incrementado a lo largo de los años. A pesar de varias reformas y recortes en los salarios de los miembros de la Curia, el sistema de pensiones sigue siendo insostenible. Según las estimaciones, en 2022 el pasivo acumulado en el plan alcanzó los 631 millones de euros, una cifra alarmante considerando que en 1993, cuando se fundó, era solo de 5 millones.
El Papa León XIV tendrá que asumir la difícil tarea de continuar las reformas iniciadas por su antecesor. Entre las medidas adoptadas por Francisco se incluyeron recortes salariales a los cardenales y superiores de la Curia, así como ajustes en las remuneraciones de los sacerdotes y religiosos. Sin embargo, el nuevo Papa también enfrentará el reto de implementar una reforma estructural en el sistema de pensiones para garantizar la estabilidad financiera a largo plazo de los empleados de la Santa Sede, muchos de los cuales se han mostrado preocupados por la sostenibilidad de sus fondos de pensión.
La situación financiera del Vaticano refleja no solo la presión económica interna, sino también las dificultades para equilibrar el presupuesto en medio de un contexto global incierto. Con la economía vaticana siendo un asunto clave para su futuro, se espera que León XIV continúe la labor de su predecesor en pro de alcanzar el ‘déficit cero’, mientras trabaja en soluciones a largo plazo para salvaguardar el bienestar de los empleados de la Santa Sede y fortalecer la estabilidad económica de la Ciudad del Vaticano.