La industria global del deporte ha quedado atrapada en el fuego cruzado de la renovada guerra comercial entre Estados Unidos y China. Washington impuso este mes tarifas punitivas de hasta el 145% sobre productos deportivos chinos —incluidas cintas de correr, balones y equipos de gimnasio—, a lo que Pekín respondió con aranceles de hasta el 125% y restricciones estratégicas a la exportación de tierras raras. El impacto ya se siente en los mercados, los consumidores y la cultura deportiva de ambas potencias.
Este fin de semana, ambos gobiernos sostendrán en Suiza su primer encuentro oficial desde el inicio de la escalada arancelaria, en un intento por contener un conflicto que amenaza con desestabilizar el ecosistema económico del deporte profesional a escala global.

Costes en alza, oferta en crisis
En Estados Unidos, los efectos son palpables: cadenas como Target y Walmart han cancelado pedidos deportivos debido al alza en los precios de importación. Artículos antes accesibles, como cuerdas de saltar o guantes de fitness, han duplicado su valor. Una cinta de resistencia que costaba $10 ahora supera los $20, y un guante de gimnasio, que rondaba los $100, puede alcanzar los $300 tras los nuevos impuestos.
Este incremento se traslada directamente al consumidor: se proyecta un aumento de hasta el 40% en cuotas de gimnasios, lo que ha provocado una caída en la demanda, afectando tanto al empleo como a las cadenas logísticas del sector.
Empresas emblemáticas como Nike, Adidas y Under Armour registraron pérdidas bursátiles superiores al 10% tras el anuncio. Aunque han iniciado la relocalización de su producción hacia países como Vietnam e Indonesia, el proceso es costoso y lento. Según la Asociación de Bienes Deportivos de EE.UU., los hogares podrían gastar entre $3.800 y $6.600 adicionales anualmente solo en productos deportivos.
A nivel local, la presión se intensifica: fábricas en estados como Texas han cerrado y gimnasios reportan menores niveles de ocupación. Se estima que, de prolongarse el conflicto, podrían perderse hasta dos millones de empleos relacionados directa o indirectamente con la industria deportiva.
China responde con estrategia estructural y cultural
Pekín, por su parte, ha optado por una respuesta más estratégica. Además de los aranceles de represalia, el gigante asiático ha propuesto una “tasa cultural” de entre 30% y 50% sobre licencias deportivas estadounidenses, especialmente dirigidas a la retransmisión de ligas como la NBA, la NFL y la UFC.
El impacto de una medida así sería enorme. La NBA, por ejemplo, genera más de $5.000 millones anuales en China, y hasta un 30% de sus ingresos por retransmisión provienen de ese país. Esto no solo afectaría a las ligas, sino también a patrocinios de estrellas como LeBron James o Stephen Curry.
Simultáneamente, China refuerza su mercado interno. Desde marzo, el gobierno ha impulsado un paquete de medidas para estimular el desarrollo deportivo, incluyendo créditos al consumo, bonos en yuanes digitales y apoyo financiero a clubes e infraestructuras. El objetivo: blindar su industria del deporte y consolidar su influencia global mediante innovación y marcas propias.
Rediseño del comercio deportivo
Aunque la cadena de suministro del deporte no se ha desmantelado, sí ha sido forzada a reestructurarse. Según datos de aduanas chinas, en 2024 las exportaciones de artículos deportivos superaron los $28.396 millones, con EE.UU. aún como principal comprador ($8.928 millones). No obstante, este liderazgo comienza a tambalearse.
Fabricantes como Zheng han reducido su dependencia del mercado estadounidense —del 90% al 30%— y diversifican hacia países como Brasil, Vietnam o Indonesia. Sectores tradicionales como el calzado y la ropa deportiva muestran caídas (-6,9% y -4,45% respectivamente), mientras que productos tecnológicos, como trotadoras inteligentes (+37,08%) y equipamiento conectado (+22,13%), ganan fuerza en mercados alternativos.
Marcas chinas como Anta, Li-Ning y Xtep ya ensamblan productos en México para aprovechar el T-MEC y esquivar aranceles, demostrando una transición del modelo de bajo coste hacia una manufactura de alta tecnología, con mayor flexibilidad y valor añadido.
2025: una industria más diversificada y resiliente
El 2024 marcó un punto de inflexión para el comercio deportivo global. El sector experimentó una caída en áreas tradicionales, pero también un auge en el fitness digital y el consumo doméstico, particularmente en China.
De cara a 2025, expertos prevén una industria más diversificada, menos dependiente de rutas comerciales únicas y mejor preparada para futuras tensiones geopolíticas. En este nuevo tablero, tanto empresas como consumidores deberán adaptarse a un juego cambiante, donde el deporte, más que nunca, se convierte en un reflejo de la economía global.