El sector farmacéutico salvadoreño ha experimentado un notable crecimiento y consolidación en los últimos años, impulsado por una inversión estratégica que supera los $100 millones. Esta cifra ha sido destinada a la remodelación de plantas, adquisición de maquinaria de última generación y capacitación del personal para cumplir con las exigentes normas de buenas prácticas de manufactura.
Según Carmen Estela Pérez, presidenta de la Asociación de Industriales Químico-Farmacéuticos de El Salvador (Inquifar), esta inversión ha sido clave para elevar la competitividad del sector, convirtiéndolo en el tercero más relevante a nivel regional. Pérez destacó que esta transformación ha permitido no solo fortalecer el mercado local, sino también expandir las exportaciones hacia Centroamérica, el Caribe, México, Estados Unidos, Colombia, así como mercados emergentes en África y Medio Oriente.
El impacto en la economía nacional es significativo, con el sector farmacéutico representando aproximadamente el 5% del Producto Interno Bruto industrial. Esta contribución se sustenta en el compromiso con la calidad y el cumplimiento riguroso de las normativas internacionales.
En cuanto al mercado interno, El Salvador destaca por tener los precios de medicamentos más bajos en Centroamérica, resultado de políticas legislativas favorables y un incremento en la capacidad de producción local.
Inquifar, que cuenta con 18 socios y 36 laboratorios, es responsable de generar 6,500 empleos directos y aproximadamente 19,500 empleos indirectos. Además, la industria ha elevado el salario promedio del sector, reflejando el alto nivel de especialización y capacitación requerida para mantener estándares de calidad elevados y continuar con innovación en desarrollo e investigación de productos.
La relación de colaboración entre el sector privado y el gobierno es fundamental para el éxito continuo de la industria farmacéutica. Pérez enfatizó la importancia del diálogo abierto y la coordinación con las autoridades, subrayando la necesidad de fortalecer la Superintendencia de Regulación Sanitaria para garantizar la confiabilidad y eficiencia en los procesos regulatorios.
Este panorama posiciona a la industria farmacéutica salvadoreña como un motor clave para el crecimiento económico sostenible, resaltando su compromiso con la innovación, la calidad y el bienestar de la población.