Años de rumores sobre lavado de dinero han rodeado los negocios de golf de Donald Trump. Sin embargo, una investigación de Forbes revela una fuente inesperada de los fondos que han financiado este sector clave en su emporio.
Desde su mandato presidencial, el misterio sobre el dinero detrás de sus adquisiciones y remodelaciones de complejos turísticos ha captado la atención de investigadores, periodistas y políticos en EE. UU. y Escocia. Estos últimos, especialmente críticos, han solicitado que se aplique una Orden de Riqueza Inexplicable para aclarar el origen de los fondos, especialmente en complejos turísticos que han levantado sospechas debido a los altos costos de adquisición y su falta de rentabilidad.
La investigación de Forbes sugiere que el financiamiento de estos clubes de golf no dependía de bancos ni de actores externos, sino de los depósitos realizados por los propios miembros de los clubes de Trump, quienes, al pagar costosas tarifas de membresía, teóricamente podían recuperar su dinero tras 30 años de pertenencia. Esta estructura de financiamiento fue favorable para Trump, quien recaudó más de 250 millones de dólares sin incurrir en deudas bancarias. Otros fondos provinieron de operaciones financieras extraordinarias, como reembolsos de impuestos y refinanciaciones de propiedades, lo que permitió a Trump mantener un flujo de efectivo que utilizó tanto en el sector de golf como en su campaña presidencial de 2016.

A pesar de las crecientes dificultades para financiar clubes de golf, Trump continuó adquiriendo propiedades y asumiendo obligaciones de membresía en su lugar. Uno de los momentos de mayor polémica ocurrió en 2012, cuando compró el Trump National Golf Club en Jupiter, Florida, y suspendió unilateralmente los derechos de algunos miembros para recuperar sus depósitos. Esto derivó en demandas que lo obligaron a reembolsar los fondos con intereses.
Con la intensificación de los gastos en su campaña presidencial y otras inversiones, en 2016, Trump se vio forzado a recurrir a préstamos de emergencia, aunque la Organización Trump evitó la quiebra. Al llegar a la Casa Blanca en 2017, los rumores sobre sus finanzas continuaron, mientras Eric y Don Jr. tomaban control del negocio, estabilizando sus operaciones y consolidando el imperio de golf que hoy genera ingresos suficientes para cubrir sus deudas restantes.
Actualmente, el negocio de clubes y golf de Trump es una de las áreas más estables de su portafolio inmobiliario, consolidándose como un segmento que no depende de financiamientos externos ni de actores extranjeros. Sin embargo, el escrutinio en torno a sus técnicas de financiamiento persiste en medio de su nueva campaña presidencial, con preguntas renovadas sobre las decisiones financieras de quien fuera uno de los empresarios más controvertidos del país.