Por: Comercio y Negocios
La reciente decisión del expresidente Donald Trump de pausar por 90 días la aplicación de nuevos aranceles “recíprocos” superiores al 10% ha generado una mezcla de alivio temporal e incertidumbre económica a nivel internacional. Para El Salvador, sin embargo, el impacto no es del todo positivo.
Aunque los aranceles salvadoreños no se verán modificados con esta medida, el contexto relativo en el que compite el país sí ha cambiado. Hasta ahora, El Salvador mantenía una ventaja competitiva frente a exportadores asiáticos, cuyos productos enfrentaban aranceles mucho más altos en el mercado estadounidense. Con la entrada en vigor de esta pausa, esa brecha se elimina, lo que representa un retroceso para los exportadores salvadoreños, especialmente en sectores donde compiten directamente con Asia.

Más preocupante aún es el hecho de que El Salvador continúa en desventaja frente a México, un competidor clave en varias industrias, ya que este país mantiene un trato preferencial bajo acuerdos previos que no han sido alterados por las recientes disposiciones.
Desde una perspectiva global, si esta medida se volviera permanente, podría disminuir los temores de una recesión en Estados Unidos, al aliviar tensiones comerciales y ofrecer mayor estabilidad a los mercados. No obstante, la falta de claridad sobre qué ocurrirá tras los 90 días mantiene en suspenso las decisiones de inversión y planificación estratégica de las empresas estadounidenses y de sus socios comerciales, entre ellos El Salvador.
En resumen, la pausa arancelaria puede traer oxígeno a corto plazo para la economía global, pero la incertidumbre sigue pesando sobre las perspectivas de comercio e inversión. Para El Salvador, el panorama es mixto: sin cambios inmediatos, pero con una pérdida relativa de ventajas y la necesidad de adaptarse rápidamente a un entorno competitivo más estrecho.