Por: Emilio Flores
Periodista de Comercio y Negocios
Detrás de cada éxito viral, gira mundial o lista de reproducción, existe una maquinaria empresarial que mueve millones y redefine las reglas del juego artístico.
La música, para muchos, es arte, emoción, identidad. Pero detrás del beat pegajoso que se vuelve viral en TikTok o el concierto que congrega a miles, se mueve una industria poderosa que genera más de 26 mil millones de dólares al año a nivel mundial, según la IFPI (Federación Internacional de la Industria Fonográfica).
Hoy, más que nunca, la música es también negocio, y uno altamente competitivo.

De los vinilos a las plataformas
En el pasado, las disqueras controlaban el 90% del mercado. Firmar con un sello importante era casi el único camino para vivir de la música. Hoy, plataformas como Spotify, Apple Music, YouTube y TikTok han cambiado las reglas del juego. “Un artista puede subir su canción desde su cuarto y, si conecta con la audiencia, volverse viral sin una gran inversión inicial”, explica Mariana Torres, consultora de marketing musical en Ciudad de México.
Sin embargo, no todo es tan democrático como parece.
“Para que una canción llegue a las playlists más escuchadas, se requiere estrategia, inversión en promoción digital, campañas en redes y, muchas veces, acuerdos con curadores de contenido”, revela un ex ejecutivo de una disquera independiente que pidió anonimato.

¿Cuánto gana un artista?
Uno de los grandes mitos es que un artista se hace millonario con un hit. Pero los ingresos por reproducciones en streaming son limitados: Spotify paga entre $0.003 y $0.005 por reproducción. Es decir, una canción debe alcanzar millones de escuchas para generar ganancias sustanciales.
“El verdadero dinero viene de las giras, los patrocinios y el merchandising”, afirma Carlos Menéndez, mánager de varios artistas urbanos en Centroamérica. “Por eso, muchos artistas invierten más en su imagen y presencia en vivo que en la misma música.”
El rol de las discográficas y los contratos 360
Con el auge del streaming, muchas disqueras adoptaron los llamados contratos 360, donde se llevan una parte de todos los ingresos del artista: música, giras, marcas, derechos de imagen. “Es una forma de asegurar su inversión, pero también puede comprometer la independencia del artista”, señala Torres.
Algunos, como la cantante salvadoreña Luna Rivas, prefieren mantenerse independientes. “Prefiero tener el control de mis decisiones, aunque signifique crecer más lento. Hoy, gracias a las redes, es posible construir una carrera sin ataduras”, dice.

Las nuevas oportunidades: NFTs, IA y realidad aumentada
La tecnología sigue revolucionando el negocio. Desde conciertos en el metaverso hasta álbumes lanzados como NFT, los artistas buscan nuevas formas de monetizar su arte. Incluso, herramientas de inteligencia artificial permiten ahora producir canciones con voces sintéticas o generar bases instrumentales al instante.
“Nos enfrentamos a una nueva era donde la creatividad va de la mano con el emprendimiento”, afirma Samuel Duarte, productor y CEO de una startup musical en Miami. “El músico de hoy debe pensar como artista, pero también como empresario.”
La industria musical ha cambiado radicalmente. El talento sigue siendo clave, pero ahora también lo son la estrategia, la innovación y la capacidad de adaptarse a un entorno en constante evolución. En este nuevo escenario, quienes entienden el negocio, además de tocar bien sus notas, son los que logran llegar más lejos.