En un llamado que reavivó el debate sobre la justicia económica a escala global, el papa Francisco planteó durante su pontificado una propuesta disruptiva: imaginar una economía que no sea “puramente liberal”, sino que esté profundamente al servicio de la sociedad. La declaración fue realizada en una entrevista publicada en 2023 por el semanario católico-belga Tertio y el medio belgafrancés Dimanche.
“La economía debe ser una economía social”, afirmó el pontífice, subrayando que el enfoque actual, centrado excesivamente en las finanzas y las cifras abstractas, corre el riesgo de “pulverizarse” y convertirse en una “grave traición” a los pueblos. Con esta declaración, Francisco retomó la línea de pensamiento de su predecesor, Juan Pablo II, quien ya había impulsado el concepto de “economía social de mercado”.
El líder de la Iglesia Católica subrayó ese año la urgencia de repensar el modelo económico actual, especialmente en un contexto de crisis global: “La mayoría de la gente en el mundo no tiene lo suficiente para comer, no tiene lo suficiente para vivir”, lamentó.
A juicio del pontífice en esa ocasión, el problema no es solo de escasez, sino de desigualdad estructural. Señaló que la riqueza mundial sigue concentrada en manos de unos pocos, quienes lideran grandes corporaciones “a veces propensas a la explotación”.
Desde una óptica económica, la propuesta del Papa no solo cuestiona el modelo neoliberal predominante, sino que invita a los Estados, organismos internacionales y empresas a incorporar principios de equidad, sostenibilidad y solidaridad en sus políticas y prácticas.
Francisco cerró su intervención con una sentencia clara: “La economía tiene que ser siempre social, al servicio de lo social”. En tiempos de profundas fracturas sociales y económicas, su propuesta resuena como una invitación a construir un modelo más humano, inclusivo y sostenible, donde el desarrollo económico no sea un fin en sí mismo, sino un medio para dignificar la vida de todas las personas.