La FAO acompaña a los países de la región en la promoción de las dietas saludables mediante instrumentos de apoyo a políticas públicas como las guías alimentarias.
Papa, lácteo, papaya, lechuga, pollo, frijol, melón, huevo… Son nombres que se dicen fácil y, por tanto, son alimentos nutritivos y saludables. Y Centroamérica es rica en ellos, asegura la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que llama a esta región a aprovechar su “invaluable biodiversidad alimentaria”.
Centroamérica, una región con altos niveles de pobreza e índices importantes de desnutrición, no escapa a la “occidentalización” de la dieta de sus habitantes, al igual que el resto de América Latina. Esto está muy ligado al hecho de que grandes porciones de su población vive en centros urbanos.
Es así que el Día Mundial de la Alimentación, que se celebra cada 16 de octubre desde 1979, encuentra, otra vez, a América Latina con una dualidad alimentaria: 56 millones de personas pasan hambre en la región, al tiempo que crece de forma preocupante el número de las que padecen sobrepeso y obesidad por el consumo de alimentos ultra procesados, alerta la FAO.
¿Son ahora nuestros alimentos menos nutritivos que hace 50 años? Esa es una pregunta que muchos se hacen. Para el oficial de Nutrición de la FAO, Israel Ríos, la respuesta está estrechamente vinculada con la “occidentalización” de nuestra dieta.
“Hay diversos factores que afectan la calidad nutricional de los alimentos. Definitivamente el cambio climático ha tenido un impacto en los suelos, que es de donde obtienen los alimentos los nutrientes que luego se encuentran en ellos”, pero el mayor problema “radica en los patrones de consumo”, explicó a EFE.
Las dietas se han “occidentalizado”, es decir, se han movido de la ingesta de alimentos en su forma natural hacia productos procesados, ultra procesados y bebidas azucaradas, que claramente “tienen un valor nutricional inferior” que los primeros.
“Unos snacks (tentempié) fritos en bolsas, son altísimos en sodio, preservantes, aditivos y la parte alimenticia es menor. ¿Y cómo nos damos cuenta de eso? Al reverso está la etiqueta y allí podemos ver la lista de ingredientes. Si hay una, dos o tres palabras que no podemos pronunciar, pues eso no es alimento”, destacó Ríos.
La población consume estos alimentos “muy influenciada por las estrategias agresivas de mercadeo de esta industria de productos no saludables, y eso está haciendo que nuestros indicadores nutricionales sean los que hoy estamos manejando”, explicó.