La más reciente encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana (Iudop-UCA) confirma una constante que ha marcado los últimos años en El Salvador: la economía sigue siendo la principal fuente de preocupación para la población. De acuerdo con los resultados, casi 7 de cada 10 salvadoreños identifican el desempleo, la pobreza y el alto costo de la vida como los problemas más graves que enfrenta el país.
Este dato, lejos de ser nuevo, refleja una tendencia sostenida que pone en evidencia los desafíos estructurales que aún no encuentran una respuesta eficaz en la política económica nacional. Aunque el gobierno ha promovido iniciativas en materia de inversión extranjera, infraestructura y modernización digital, el impacto positivo de estas estrategias aún no se traduce en mejoras tangibles en el bolsillo de la mayoría de ciudadanos.
La percepción de precariedad económica va más allá del desempleo. La encuesta revela también una creciente insatisfacción con el precio de productos básicos, el acceso limitado a oportunidades laborales formales y una sensación generalizada de inseguridad financiera, incluso entre quienes tienen empleo.
Según analistas, estos resultados deben leerse como un llamado de atención para las autoridades económicas y los formuladores de políticas públicas.

Además, el resultado de la encuesta tiene implicaciones políticas importantes. En un contexto donde las elecciones legislativas y municipales se acercan, el estado de la economía podría convertirse en el eje central del debate electoral, obligando a los partidos a presentar propuestas realistas y medibles para enfrentar la crisis del costo de la vida.
En conclusión, la encuesta UCA no solo retrata un momento económico complejo, sino que plantea una interrogante clave: ¿cómo lograr que el crecimiento prometido llegue efectivamente a las mayorías? Mientras esa respuesta no sea clara, la economía continuará siendo el termómetro principal del malestar ciudadano en El Salvador.