Es común que la noche de las elecciones en Estados Unidos cierre sin un ganador claro, generando ansiedad e incertidumbre entre los votantes. Aunque los estadounidenses están acostumbrados a esperar resultados inmediatos, en la práctica, el proceso es mucho más complejo.
Jennifer Agiesta, directora de Sondeos y Análisis Electorales en EE.UU., explica que la razón principal radica en la forma en que algunos estados cuentan los votos, un proceso que, en ciertos casos, puede extenderse por días o incluso hasta una semana.
El sistema electoral estadounidense está diseñado para priorizar la precisión sobre la velocidad. En muchos estados, los votos por correo y las boletas en ausencia que han aumentado significativamente en los últimos años requieren un proceso de validación y conteo más detallado. Algunos estados ni siquiera comienzan a procesar estos votos hasta el día de la elección, lo que inevitablemente retrasa el conteo final.
Además, el margen entre los candidatos puede ser tan estrecho que los resultados preliminares no son concluyentes. Si el margen de diferencia es reducido, algunos estados deben realizar recuentos obligatorios para garantizar la precisión, lo cual prolonga aún más la espera.
Los expertos sugieren que esta tardanza no es un defecto del sistema, sino una medida para asegurar la integridad del proceso electoral. El objetivo es que cada voto sea contado y que el resultado refleje con exactitud la voluntad del pueblo.