El Puerto de La Unión, inaugurado en diciembre de 2008 con la ambición de convertirse en un competidor estratégico del Canal de Panamá, enfrenta un desafío crítico: el canal de acceso al puerto está severamente obstruido por sedimentación, con acumulaciones de tierra y arena que alcanzan hasta siete metros de altura. Esta situación ha dificultado el ingreso de buques de gran calado, limitando significativamente la operatividad de la terminal.
Federico Anliker, presidente de la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA), explicó que el canal interno de cinco kilómetros presenta hasta cuatro metros de sedimentación, resultado de los restos arrastrados desde las montañas hacia la costa del Pacífico. Este problema, que ha afectado al puerto desde su apertura, solo puede solucionarse mediante un costoso proceso de dragado, el cual CEPA no puede financiar en su totalidad debido a los bajos ingresos generados por la terminal, que ni siquiera cubren los costos operativos.
En un intento por resolver la situación, la empresa turca Yilport, a través de un acuerdo de concesión, destinará $74 millones para la compra de nuevo equipo y el dragado del Puerto de La Unión, como parte de una inversión total de $1,615 millones. El gobierno informó que la sedimentación es producto de residuos arrastrados por el río Goascorán, que recorre Honduras y desemboca en el Golfo de Fonseca, contribuyendo a la formación de estos depósitos que impiden el ingreso de barcos que requieren más de 15 metros de profundidad para maniobrar y atracar.
Además del dragado, Anliker subrayó la necesidad de limpiar la orilla del puerto, que también sufre de sedimentación. La CEPA anunció que se realizarán estudios para medir la sedimentación y determinar la cantidad de metros cúbicos que será necesario remover. Desde el quinquenio anterior, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) ya había aprobado un lugar en el mar para depositar los sedimentos extraídos.
A pesar de su visión original, el Puerto de La Unión ha tenido una operación limitada y ha sido incapaz de competir con el más exitoso Puerto de Acajutla, que ha sostenido gran parte del transporte marítimo de El Salvador. Conocido como el “elefante blanco” por Anliker, el puerto ha costado al Estado $35 millones en mantenimiento, sin generar los beneficios esperados.
Las obras de dragado y modernización se realizarán en conjunto con Yilport, con el objetivo de permitir el ingreso de buques de hasta 14 metros de calado, una medida que se espera revitalice la actividad del puerto y le permita cumplir su propósito original.