El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) abrió una nueva etapa, tras la aprobación de unas reformas institucionales con las que esperan ampliar el capital, ser más “selectivos” a la hora de destinar recursos y poder crear un “mayor impacto” en la región.
La asamblea de gobernadores del banco, integrada por ministros y líderes financieros de los 48 países miembro, dio luz verde a una serie de lineamientos, entre ellos “optimizaciones” del balance general para aumentar la capacidad de financiamiento a unos 112.000 millones de dólares en los próximos 10 años.
El presidente del BID, Ilan Goldfajn, calificó la decisión como “un día histórico” en el que, por primera vez en la historia de la multilateral, se aprobaron “cambios transformadores” con el apoyo de todos los gobernadores, según aseguró en una rueda de prensa de cierre de la asamblea. “Ninguno de los 48 gobernadores estuvo en contra o se abstuvo de votar, fue unánime y eso es algo muy emocionante para nosotros”, destacó el brasileño.
Dentro de esta renovación, se creará además un nuevo modelo de negocio y aumento de capital de 3.500 millones de dólares para BID Invest, el brazo privado del banco, que duplicará su capacidad con una forma más directa de movilizar la inversión.
A la vez, se estableció una nueva visión para el BID Lab, el impulsor de emprendimientos del banco, que espera obtener hasta 400.000 millones de dólares recursos adicionales -triplicará su volumen actual- y entre un 30 % y un 40 % más de proyectos de emprendedores.
La nueva estrategia del banco se engloba bajo la marca BID Impact Plus, en la que pretenden escalar el trabajo de inversión “siendo selectivos estratégicamente” en materias como la educación, la desigualdad, la crisis climática, la brecha de género o el acceso financiero.
Estas reformas nacen de la necesidad de utilizar los recursos del banco de una manera más efectiva y de transformar la cultura de la institución, según explicó un alto funcionario del BID en un encuentro con periodistas previo al anuncio oficial del domingo.
“Todo esto va a funcionar si tenemos una base corporativa sólida, una cultura volteada al impacto y no a los números o las aprobaciones”, subrayó.
Un punto en el que el BID hará énfasis en esta “nueva” etapa, insistió el funcionario, es cambiar la manera en la que se elige hacia dónde destinar el capital: “Nosotros recibimos de los clientes demandas que van más allá de la capacidad de respuesta, tanto financiera como cualitativamente”.
De ahora en adelante, la idea de la institución es definir a partir de “diagnósticos más robustos y datos más granulares” la capacidad de impacto de un programa y si pertenece o no a un sector donde se pueda generar un mayor cambio.
Los fondos con los que cuenta el banco actualmente, enfatizó el funcionario, “no son suficientes” por lo que la institución ha decido dar paso a estas reformas para poder “movilizar capital de terceros”.
Durante la semana de reuniones en Punta Cana, la desigualdad, el compromiso del sector civil, la protección de espacios naturales como el Amazonas o la igualdad de género marcaron la agenda de debates que contó con la presencia de 2.500 participantes y observadores, entre ellos, el presidente de la República Dominicana, Luis Abinader.
El mandatario inauguró la primera sesión plenaria de estas reuniones, donde hizo énfasis en la necesidad de invertir recursos “público y privados” en proyectos que puedan ayudar a que la región del Caribe haga frente a los estragos causados por el cambio climático, para lo cual pidió la colaboración de las multilaterales.
Fundado en 1959, el BID es una de las principales fuentes de financiamiento a largo plazo para el desarrollo económico, social e institucional de América Latina y el Caribe.
El banco está conformado por 48 miembros, divididos entre 26 países prestatarios, todo ellos en Latinoamérica y 22 países no prestatarios, que incluyen naciones europeas, EE.UU., Canadá y China.