La llamada “economía plateada” —referida al conjunto de actividades económicas vinculadas al consumo, servicios y necesidades de las personas mayores de 60 años— comienza a ganar protagonismo en El Salvador, impulsada por el envejecimiento progresivo de la población y el aumento en la esperanza de vida.
De acuerdo con datos de instituciones nacionales e internacionales, la población adulta mayor en el país ha ido en aumento en la última década, y se espera que esta tendencia continúe en los próximos años. Este cambio demográfico representa no solo un reto en términos de políticas públicas y atención social, sino también una oportunidad económica.
La economía plateada abarca sectores diversos como salud, tecnología asistencial, turismo adaptado, servicios financieros, vivienda y actividades recreativas, todos enfocados en mejorar la calidad de vida de las personas mayores. Empresas, emprendedores y organizaciones comienzan a identificar a este segmento como un nicho de mercado en crecimiento, con necesidades específicas y cada vez más demandantes.
En El Salvador, algunos sectores ya están adaptando sus servicios para atender a esta población. Por ejemplo, se observa un crecimiento en la oferta de residencias especializadas, productos financieros personalizados y programas de bienestar que promueven la actividad física y mental. Asimismo, la tecnología está jugando un papel clave al facilitar la inclusión digital de los adultos mayores mediante plataformas más accesibles y servicios de telemedicina.
Este fenómeno plantea la necesidad de repensar la inclusión laboral, la seguridad social y el diseño de productos y servicios con enfoque intergeneracional. También se presenta como un motor para la innovación y el emprendimiento social, al generar soluciones que mejoran la vida de una población con experiencia, tiempo libre y un potencial aún poco aprovechado.
La economía plateada, más que una tendencia, se perfila como un eje estratégico para el desarrollo sostenible del país, en el que se reconoce el valor de las personas mayores como actores activos del tejido económico y social salvadoreño.