Durante las últimas décadas, México y los países de Centroamérica han emprendido esfuerzos sostenidos para fortalecer su integración regional, buscando aprovechar sus ventajas competitivas y promover un desarrollo conjunto. Este proceso tiene como uno de sus hitos fundamentales el establecimiento del Plan Puebla-Panamá en 2001, hoy conocido como Proyecto Mesoamérica, surgido durante la Cumbre Extraordinaria del Mecanismo de Tuxtla.
El Mecanismo de Tuxtla, instituido en 1991 con la primera reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de México, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, sentó las bases para una cooperación regional estructurada. Posteriormente, en la XI Cumbre de Tuxtla en 2009, el Proyecto Mesoamérica se institucionalizó formalmente, definiendo estructuras y mecanismos para implementar proyectos de cooperación entre los países participantes.
El objetivo central del Proyecto Mesoamérica es fomentar una integración regional que permita el desarrollo económico y social, complementando las fortalezas y ventajas comparativas de cada nación. En este marco, el nearshoring —o relocalización de procesos productivos cerca del mercado principal— se presenta como una oportunidad estratégica para ampliar capacidades productivas en la región.
Además, el proyecto impulsa iniciativas socioambientales y económicas con una gestión eficiente de recursos, buscando mejorar la calidad de vida de la población mesoamericana y consolidar a la región como un bloque competitivo a nivel global.
Este esfuerzo conjunto refleja el compromiso de México y Centroamérica por avanzar en una agenda común que potencie el crecimiento, la cooperación y la integración sostenible.