El comercio electrónico ha evolucionado de manera vertiginosa en los últimos años, y una de sus tendencias más innovadoras y disruptivas es el social commerce, o comercio social. Este modelo combina la experiencia de compra en línea con la interacción social, permitiendo que los consumidores descubran, evalúen y adquieran productos directamente a través de plataformas como Instagram, TikTok, Facebook y WhatsApp.
Según un informe reciente de eMarketer, el comercio social generó más de $1.2 billones en ventas a nivel global en 2024, y se espera que esta cifra se duplique para 2026. El crecimiento responde al cambio en los hábitos de consumo, especialmente entre los jóvenes, quienes prefieren recomendaciones de influencers, reseñas en tiempo real y compras integradas en las aplicaciones que ya usan diariamente.

¿Qué es el social commerce?
A diferencia del comercio electrónico tradicional, que lleva al usuario fuera de la red social para concretar la compra, el social commerce permite realizar todo el proceso —desde la promoción hasta el pago— dentro de la misma plataforma. Por ejemplo, Instagram Shopping permite a las marcas etiquetar productos en sus publicaciones para que los usuarios los adquieran sin salir de la app. TikTok, por su parte, ha lanzado funciones como TikTok Shop y transmisiones en vivo con venta integrada, revolucionando la forma de vender en línea.
Ventajas para las marcas y consumidores
Para las empresas, especialmente pequeñas y medianas, el comercio social representa una oportunidad accesible y directa de llegar a su audiencia objetivo. La interacción constante con sus clientes, sumada al alcance orgánico y la posibilidad de viralización, permite que incluso emprendedores con presupuestos modestos compitan en igualdad de condiciones con grandes marcas.
“Gracias al social commerce, hemos triplicado nuestras ventas en los últimos seis meses sin invertir en una tienda en línea tradicional”, comenta Sofía Jiménez, fundadora de una tienda de accesorios en San Salvador que opera exclusivamente en Instagram y TikTok. “Nuestros seguidores no solo compran, también interactúan, recomiendan y ayudan a construir una comunidad leal”.
Para los consumidores, la experiencia es más fluida y personalizada. Las recomendaciones de personas reales, la posibilidad de hacer preguntas en vivo, las reseñas instantáneas y las ofertas exclusivas han creado un ecosistema de confianza y conveniencia.
Retos y regulaciones emergentes
No obstante, el comercio social también plantea desafíos. La protección de datos personales, la verificación de autenticidad de los productos y la transparencia en las promociones con influencers son temas que han generado preocupación. Gobiernos de distintos países ya están explorando regulaciones específicas para garantizar los derechos de los consumidores en este nuevo entorno digital.
En El Salvador, la Defensoría del Consumidor ha iniciado mesas de diálogo con empresas tecnológicas y representantes del sector para establecer lineamientos sobre comercio en redes sociales, con énfasis en la trazabilidad de las compras y la protección del usuario.
El futuro del comercio está en las redes
El social commerce no es una moda pasajera, sino una evolución lógica del comportamiento del consumidor digital. Con la integración cada vez más profunda entre plataformas sociales, inteligencia artificial y soluciones de pago, se espera que las redes sociales se consoliden como los principales canales de venta del futuro.
Las marcas que comprendan esta transformación y logren adaptarse no solo sobrevivirán, sino que prosperarán en un entorno donde las conversaciones digitales impulsan decisiones de compra en tiempo real.