En un entorno empresarial cada vez más regulado y competitivo, el «Compliance» se posiciona como un pilar fundamental para las organizaciones que buscan mantener su integridad y evitar riesgos. Esta práctica, que engloba políticas, procesos y prácticas para cumplir con las normativas legales y éticas, no solo protege contra sanciones económicas y pérdidas de reputación, sino que también promueve una cultura organizacional ética y sostenible a largo plazo.

Originariamente asociado con sectores regulados como el financiero y energético, el «Compliance» moderno ahora abarca áreas como anticorrupción, protección de datos, competencia, laboral, medio ambiente y sostenibilidad. Según Ginny Castillo, Gerente Senior de EY Law en Guatemala, la implementación de «Compliance» presenta desafíos comunes: desde comprender su alcance y objetivos hasta asegurar la convicción y comunicación efectiva desde la Alta Dirección.
Uno de los beneficios más tangibles de adoptar el «Compliance» es la construcción de conductas éticas sólidas que fortalecen la reputación y la confianza institucional. Esto se traduce en la mitigación de riesgos, daños a la reputación y pérdida de confianza por parte de clientes, colaboradores y otros grupos de interés. Además, facilita una mejora continua en las prácticas de la organización, adaptándose a cambios normativos y empresariales constantes.

Implementar y mantener un programa de «Compliance» no es un proyecto estático, sino un compromiso dinámico que busca asegurar la sostenibilidad y el éxito a largo plazo de las organizaciones en un mercado globalizado y regulado.