El Mercosur celebra esta semana en Buenos Aires su cumbre semestral en un contexto global marcado por crecientes tensiones comerciales. Con la mirada puesta en la necesidad de fortalecer la integración y avanzar en acuerdos internacionales clave, el bloque también protagonizará un relevo en su presidencia pro témpore, que pasará de Argentina a Brasil.
Las reuniones se desarrollan en el Palacio San Martín, sede de la Cancillería argentina. Este miércoles se instaló el Consejo del Mercado Común (CMC), compuesto por los ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros: Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, este último incorporado como miembro pleno hace apenas un año.
Durante la jornada también se dieron cita los ministros de Economía y presidentes de los bancos centrales de los países del bloque, mientras que por la tarde se sumaron representantes de los Estados asociados, como Chile, Colombia, Perú, Ecuador, Guyana, Surinam y Panamá.
Entre los temas prioritarios del encuentro destacan la flexibilización de normas arancelarias internas y el análisis de los avances en negociaciones comerciales con la Unión Europea, la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) y los Emiratos Árabes Unidos. La expectativa es que el Consejo apruebe nuevas resoluciones propuestas por el Grupo Mercado Común y deje definidos los borradores de las declaraciones que los presidentes validarán en la sesión final.
El jueves será el turno de los jefes de Estado, con la participación confirmada de Javier Milei (Argentina), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Santiago Peña (Paraguay) y Yamandú Orsi (Uruguay), mientras que Bolivia estará representado por su canciller, Celinda Sosa.
La cumbre ocurre en un escenario internacional volátil, donde las tensiones comerciales entre potencias y los conflictos geopolíticos, como la guerra en Medio Oriente, generan incertidumbre económica. Frente a este panorama, el Mercosur busca consolidarse como un actor más flexible y competitivo en el mercado global.
Además del traspaso de la presidencia, se espera que los líderes refuercen el compromiso con una integración económica más ágil y abierta a nuevas alianzas estratégicas, en un momento clave para el futuro del bloque fundado en 1991.