Lo que comenzó como un juego infantil se ha convertido en un símbolo de extravagancia y creatividad. Todd Graves, fundador de Raising Cane’s Chicken Fingers, posa orgulloso frente a un televisor de pantalla plana en la sala de su casa del árbol, ubicada en el extenso jardín de su propiedad en Baton Rouge. Con tres niveles y un valor de 400,000 dólares, esta estructura, situada en un roble vivo de 30 metros, redefine lo que significa “casa en el árbol”.
Más allá del clásico tobogán y la cofa, la residencia aérea cuenta con 450 pies cuadrados de terraza al aire libre y una zona interior de 400 pies cuadrados que incluye sala de estar, dormitorio y medio baño. El techo de pino reutiliza madera de una antigua fábrica de costura, mientras que la vidriera y el bar del dormitorio fueron rescatados de Nueva Orleans tras el huracán Katrina. Una bola de discoteca cuelga sobre la cama, recordando la atmósfera de los más de 900 restaurantes de Graves. Un puente colgante de 70 pies conecta la casa con un mirador frente al lago, ofreciendo vistas al campus de la Universidad Estatal de Luisiana.

El proyecto fue realizado por Pete Nelson, fundador de Nelson Treehouse and Supply, y se presentó en un episodio de 2015 del programa Treehouse Masters de Animal Planet. El costo de la obra, equivalente a unos 550,000 dólares actuales, representa apenas el 0,002 % de la fortuna de 22,000 millones de dólares de Graves, lo que convierte esta extravagancia en un lujo más que asequible para el multimillonario.
“Puedo venir aquí y despejar la mente. Me hace mejor en Raising Cane’s”, comenta Graves, de 53 años. La casa del árbol, inicialmente pensada para sus hijos y los niños del vecindario, se ha convertido también en un espacio de encuentro para celebridades. Entre quienes han visitado se encuentran el rapero Nelly, la estrella de la NFL Ja’Marr Chase y el exjugador de baloncesto Shaquille O’Neal, quien se inspiró en la casa de Graves para construir la suya propia en Georgia. Incluso Snoop Dogg, amigo cercano del empresario, visitó la propiedad antes de uno de sus shows en Baton Rouge.
El amor de Graves por lo extraordinario no se limita a su casa del árbol. Su colección privada incluye desde un esqueleto de triceratops de 66 millones de años hasta la chaqueta de Harrison Ford en Los cazadores del arca perdida y un par de gafas de Elvis Presley. “Me gustan las cosas con grandes historias detrás”, dice Graves mientras contempla su propiedad desde la terraza de 35 pies de altura.
La historia de Todd Graves es un ejemplo de perseverancia: comenzó trabajando como calderero y en la pesca de salmón para financiar su sueño de un restaurante de tiras de pollo, y hoy se encuentra entre los empresarios más ricos de Estados Unidos. Su casa del árbol es una extensión de esa misma imaginación que lo llevó a lo más alto: un refugio de lujo donde la fantasía y el éxito se encuentran.