El pasado 22 de diciembre, el Gobierno de Guatemala decretó un aumento del 10% al salario mínimo, lo que eleva los ingresos de los trabajadores a un rango de entre $466 y $483, dependiendo de la industria laboral. Esta medida, la más alta en las últimas dos décadas, busca generar un «efecto positivo» en la economía del país, según indicó el ministro de Finanzas, Jonathan Menkos Zeissig.
Durante una rueda de prensa, Menkos Zeissig subrayó que los estudios técnicos respaldan la idea de que el incremento en el salario mínimo podría aumentar la demanda de bienes y servicios, lo que a su vez podría impulsar el crecimiento económico. De hecho, el ministro afirmó que el aumento podría generar un incremento de hasta el 0.15% en el crecimiento económico del país, en términos reales.
El ajuste salarial se desglosa en dos sectores clave: el salario mínimo en actividades no agrícolas pasó de 3.384 quetzales (aproximadamente $439) a 3.723 quetzales ($483), mientras que el sector agrícola vio un aumento a 3.593 quetzales ($466), un incremento del 10% respecto al monto anterior de 3.266 quetzales ($424). Además, las actividades laborales vinculadas a la maquila y exportaciones recibieron un aumento del 6%, elevando su salario a 3.278 quetzales ($425).
Este aumento beneficia especialmente a la región central de Guatemala, incluida la Ciudad de Guatemala, donde los salarios son más altos. Sin embargo, en las provincias fuera de la capital, los salarios son más bajos en un 5%, conforme a la normativa vigente.
Según cálculos oficiales, más del 70% de la población guatemalteca trabaja en la informalidad, lo que implica que muchos trabajadores no tienen acceso a derechos laborales ni seguro social. Este contexto resalta la importancia de políticas que busquen mejorar las condiciones salariales y laborales en el país.