El adelanto del aguinaldo dinamiza el consumo, pero pone a prueba la liquidez empresarial. El impacto puede sentirse como un impulso económico temporal y a la vez, como una resaca financiera para los primeros meses del 2026.
La Asamblea Legislativa aprobó una reforma que permite a las empresas adelantar el pago del aguinaldo antes de diciembre. Aunque la medida puede estimular el consumo y generar liquidez en el mercado, su implementación podría tener efectos mixtos: un alivio inmediato al consumo familiar y presiones financieras sobre la empresa privada, con un posible efecto rebote en la economía nacional.

Liquidez temprana y consumo acelerado
Desde la óptica económica, el adelanto del aguinaldo actúa como una inyección anticipada de dinero en circulación. Al recibir este ingreso antes de lo habitual, los hogares cuentan con mayor liquidez disponible antes del tiempo, lo que incrementa su propensión a consumir bienes y servicios.
Este movimiento dinamiza sectores como el comercio minorista, alimentos, transporte y el entretenimiento, generando un impulso inmediato al consumo interno y, en consecuencia: el necesitado aumento en la recaudación tributaria por IVA.
Sin embargo, lo que para los trabajadores representa un respiro, para la empresa privada puede convertirse en un reto financiero importante. El adelanto del aguinaldo obliga a las compañías a desembolsar un gasto extraordinario antes de la temporada alta, afectando sus flujos de efectivo y obligándolas a reacomodar presupuestos o buscar créditos de corto plazo.
Las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) son las más vulnerables, al operar con liquidez limitada y escaso acceso a financiamiento. Para ellas, este adelanto puede significar estrés de tesorería en los meses previos al cierre fiscal, aunque cabe recalcar que la medida no es obligatoria.
Además, si los consumidores gastan su aguinaldo antes de diciembre, el comercio podría enfrentar una caída en ventas en la temporada navideña, lo que altera las proyecciones de ingresos anuales.

El riesgo del efecto rebote
Desde el punto de vista macroeconómico, la medida tiene un impacto expansivo a corto plazo, pero puede generar un efecto rebote posterior. Cuando las familias agotan su aguinaldo adelantado, el consumo tiende a desacelerarse en enero y febrero, afectando la actividad comercial y reduciendo temporalmente la recaudación fiscal.
Por otra parte, si las empresas deben endeudarse para cumplir con el adelanto, el sistema financiero podría experimentar mayor demanda de crédito y ajustes en tasas de interés, tensionando la liquidez general del mercado.
El adelanto del aguinaldo beneficia sobre todo a sectores de consumo inmediato, pero no necesariamente impulsa la inversión productiva o el empleo formal. Por tanto, su efecto es coyuntural más que estructural: genera dinamismo en el corto plazo, pero no garantiza crecimiento sostenido si no va acompañado de políticas que fortalezcan la productividad y la inversión privada.
La reforma cumple su propósito de activar el consumo y mejorar la percepción de bienestar, pero su éxito dependerá de la capacidad de gestión financiera de las empresas y del uso responsable del ingreso adelantado por parte de los hogares.
Para la empresa privada, el reto está en mantener equilibrio entre liquidez, obligaciones y planificación. Y para la economía nacional, en que este flujo anticipado de dinero no se consuma rápidamente, sino que también se traduzca en ahorro, inversión y estabilidad económica.

 
         
           
                           
                           
                           
                           
                           
                           
                           
                           
                           
                           
                           
                           
                           
                           
                          
