El crecimiento sostenido del sector agrícola en El Salvador continúa reflejándose en historias como la de Finca El Progreso, un emprendimiento que ha evolucionado de una parcela de güisquil a un modelo de producción diversificada y tecnificada que impulsa la economía local y promueve la sostenibilidad agroalimentaria.
Ubicada en una zona rural del occidente del país, la finca liderada por don Jacobo —conocido como don Jaco— ha logrado expandir su producción a cultivos como chile verde, tomate y chile morrón, luego de siete años de especialización en güisquil. Este crecimiento ha sido posible gracias a un enfoque basado en la observación constante del comportamiento de cada cultivo, el manejo integrado de plagas y el aprendizaje continuo. “Desde que uno pone la plantita en el suelo, hay que cuidarla como a un bebé”, asegura el productor, destacando la dedicación que requiere la agricultura intensiva.

Actualmente, más de 35 personas trabajan en distintas etapas del proceso productivo, lo que convierte a la finca en un ejemplo de organización comunitaria y resiliencia frente a desafíos estructurales como el cambio climático y la escasez de mano de obra, que siguen afectando al sector agrícola a nivel nacional.
Uno de los factores clave en la transformación de Finca El Progreso ha sido la inversión en infraestructura agrícola, como invernaderos y casas malla, que permiten un control más riguroso de variables críticas como la humedad, la temperatura y la exposición a plagas. Según don Jaco, estos sistemas también permiten aplicar nutrientes y agua de manera dirigida y eficiente, a través de métodos como la fertilización foliar. “Aquí no cae agua al follaje, todo se hace por vía foliar para estimular la planta de forma controlada”, explica, resaltando el uso de tecnologías que reducen pérdidas y mejoran los rendimientos.
El impulso más significativo llegó con el acceso a la Central de Abasto y los agromercados habilitados por el Gobierno, los cuales permiten a pequeños y medianos productores comercializar sus productos directamente, sin necesidad de intermediarios. “El producto que se cosecha hoy, mañana ya está en la mesa del consumidor”, señala el agricultor. Esta política de comercialización directa no solo mejora los márgenes para los productores, sino que garantiza frescura y calidad para los consumidores.

La historia de Finca El Progreso refleja el potencial del agro salvadoreño cuando se combina el esfuerzo local con el acompañamiento técnico y el acceso a mercados justos. Con un llamado a valorar el trabajo agrícola y a consumir productos nacionales, don Jaco subraya que detrás de cada cosecha hay familias salvadoreñas comprometidas con la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible del país.