Según el Informe Económico de la Universidad de El Salvador, los pronósticos de crecimiento mundial para 2025 presentan un panorama menos optimista, influenciado por tensiones comerciales y políticas económicas restrictivas.
Durante el primer semestre de 2025, la economía internacional enfrenta un clima de incertidumbre marcado por barreras arancelarias y políticas comerciales que afectan la confianza tanto de consumidores como de empresas. En este contexto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) revisó a la baja su proyección de crecimiento global, pasando de 3.3% en 2024 a 2.9% para 2025. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ajustó sus estimaciones de 3.0% a 2.8%, reflejando el impacto de la guerra comercial entre Estados Unidos, China y otras economías, así como la volatilidad en mercados de bienes, materias primas y activos financieros.
El análisis de la OCDE identifica varios riesgos emergentes en este escenario. En primer lugar, la inflación se mantiene como una amenaza, impulsada por el encarecimiento de alimentos y servicios, especialmente en países que enfrentan aranceles elevados.

En segundo lugar, los riesgos fiscales se intensifican por el aumento de la deuda pública y los costos asociados a la defensa, atención de daños climáticos y sistemas de pensiones. Finalmente, los riesgos monetarios derivan del manejo de crédito y reservas por parte del sector público, generando competencia con el sector privado y limitando la efectividad de las políticas monetarias, lo que repercute en el encarecimiento del crédito y en la viabilidad de proyectos de inversión.
Ante este panorama, los expertos destacan la necesidad de fortalecer la competitividad, el comercio y la inversión. Impulsar cadenas de suministro resilientes, aprovechar nuevos mercados y adoptar tecnologías emergentes se consideran estrategias clave para mantener la sostenibilidad económica y consolidar acuerdos comerciales que fortalezcan las cadenas de valor globales.