El ingreso de remesas familiares continúa siendo un motor clave para la economía salvadoreña en 2025. Según datos del Banco Central de Reserva (BCR), entre enero y mayo el país recibió $3,974.8 millones, un incremento del 15.8 % en comparación con el mismo periodo del año anterior.
El crecimiento más destacado se registró en mayo, con $899.1 millones recibidos, marcando un nuevo récord mensual en la historia del país. Esta cifra representa $135.3 millones adicionales respecto a mayo de 2024, cuando se registraron $763.8 millones.
Estados Unidos se mantiene como el principal origen de estas divisas, con $3,676.1 millones remitidos en cinco meses, lo que representa el 92.5 % del total, reflejando un aumento interanual del 16.8 %. Le siguen Canadá, España, Italia y México, aunque con montos significativamente menores.
Este flujo constante ha dinamizado la economía interna, especialmente en los departamentos de San Salvador, San Miguel, La Libertad y Santa Ana, que concentran la mayor recepción de remesas. Por el contrario, Cuscatlán figura como el territorio con menores ingresos por esta vía.

Las remesas, además de representar una fuente clave de consumo, también muestran leves señales de orientación hacia la inversión. En los primeros cinco meses del año, se destinaron $49.6 millones a iniciativas productivas, lo que equivale al 1.2 % del total. El restante 98.8 % continúa enfocado en cubrir necesidades básicas y consumo general.
El volumen de operaciones también ha crecido, superando los 11 millones de transacciones, lo que implica un aumento interanual del 4.5 %. La mayoría de estos envíos se realiza a través de empresas remesadoras y bancos, aunque persisten otras modalidades como efectivo, billeteras digitales y recargas móviles.
Por otro lado, el Censo de Población y Vivienda 2024 reveló que 1 de cada 4 hogares salvadoreños —específicamente el 26.8 %— recibe remesas, un incremento considerable respecto a 2007, cuando esta proporción era del 19.2 %.
Este flujo de divisas sigue siendo esencial no solo para los ingresos de miles de familias, sino también para el dinamismo del consumo interno, el fortalecimiento de la demanda agregada y, en menor medida, la inversión.