Las grandes economías del continente americano resistieron en 2022 los duros embates de una espiral inflacionaria global en medio de un contexto de crisis sucesivas, aunque las perspectivas para 2023 siguen siendo complicadas por la fuerte incertidumbre en los mercados internacionales.
Entre las claves de esta ajustada victoria se encuentran motivos externos, como el aumento de los precios de las materias primas tras la invasión rusa de Ucrania -que beneficia a la región-, pero también internos, como la rapidez de las instituciones de Latinoamérica a la hora de luchar contra la inflación.
Para el analista de política monetaria del Instituto Brookings Gian Maria Milesi-Ferretti, las instituciones económicas y financieras de la región han ganado mucha credibilidad durante los últimos 20 años, algo que, en parte, obligó a estos países a actuar rápido para contener la inflación.
“Las economías emergentes (de América Latina) comenzaron a restringir su política monetaria muy al comienzo, así que no tuvieron que subir tasas porque la Reserva Federal estadounidense (Fed) lo hiciera, las subieron porque aumentaba la inflación”, explicó el experto en una entrevista.
Esto ha ayudado a los países latinoamericanos no solo a capear mejor el temporal hasta ahora, sino que también los coloca en una buena posición para hacer frente a la tensión que supondrá para la economía global la política de subidas de intereses de la Fed.
Es, además, un ciclo atípico, según explica a EFE el director en funciones del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Nigel Chalk.
“Normalmente cuando la Fed sube los tipos ralentizan la economía estadounidense, lo que ralentiza la economía global (…) y disminuyen los precios de las materias primas”, explica.
Pero por la guerra en Ucrania la situación es ahora completamente diferente”, algo que ha ayudado bastante a Latinoamérica, según el experto, que comparte la valoración de Milesi-Ferretti sobre la mejora de la credibilidad de las instituciones de la región.